En los albores del siglo XX, un estilo artístico irrumpió en Europa con unas formas y colores característicos, era el Art Noveau y su epicentro fue París, la ciudad de la luz y de la creatividad, y de allí al resto del mundo. Las calles se llenaron de edificios, pero también de esculturas, cuadros, carteles, mobiliario, utensilios y cualquier cosa que la mente humana pudiera crear. Y la cerveza no podía quedar al margen y aparecieron anuncios de marcas y cerveceras y la figura femenina fue la imagen de muchas de ellos.
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